El
sur del sur
Pedro Tzontémoc
El viaje, nuevamente, como una actividad reveladora,
mística en la que viene de la experiencia externa para manifestarse en el
interior de cada viajero comprometido y abierto a las señales y percepciones
que le impone el viaje mismo.
El canto de las sirenas nos seducen con su promesa
de conocimiento, de placer, de experiencia e, incluso, de inmortalidad. En
tanto cedamos a esta tentación irresistible, en tanto no nos amarremos al
mástil del sedentarismo y mucho menos tapemos nuestros oídos con la cera de
la obstinación, de la ceguera, accederemos al paraíso que se conquistó con
el simple acto de morder una manzana.
El paraíso está al alcance de nuestra mano, sólo
hace falta quererlo vivir sin el remordimiento del pecado original, sin la
culpa del gozo y la libertad que nos ofrecen las vivencias nuevas e irrepetibles
que los viajes nos otorgan.
Para un fotógrafo, el viaje ofrenda imágenes poderosas
que incluso renuevan nuestra visión de la cotidianidad cercana que generalmente
es nublada por la costumbre.
Esta nueva serie “El sur del sur” intenta rescatar
de la experiencia de un viaje a la zona austral del continente cada una de
las vivencias y traducirlas en imágenes. Imágenes que responden a una percepción
personal de cada encuentro, de cada instante vivido plenamente en el itinerario,
a veces absurdo y ciego, marcado por la intuición y la casualidad que vienen
a ser lo mismo cuando no se es consciente enteramente de la primera.
El proceso de revelado del material fotográfico
nos revela, simultáneamente, la cotidianidad recuperada, enriquecida por las
experiencias previas y entonces las imágenes capturadas y cautivadoras del
viaje adquieren otra dimensión.
Espero que estas imágenes logren transmitir los instantes vividos en coexistencia durante el recorrido desde el inmenso mar amarillo que es la pampa argentina hasta la melancólica ciudad capital uruguaya en el otoño austral de 2001.
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